jueves, 12 de noviembre de 2009

CONFERENCIA FOTOGRAFIAR MÚSICA EN LA HABANA

Foto de Alain Gutiérrez, fotógrafo del Centro Pablo de la Habana. En la foto se puede ver a Xavier Pintanel impartiendo mi conferencia sobre "Fotografiar música".

Como no pude viajar a la Habana -donde fui invitado por el Centro Pablo para participar en un encuentro de Arte Digital-, le pedí a mi amigo Xavier Pintanel, director de Cancioneros.com, que lo hiciera por mi. Él llevó a la Habana mi exposición "Caminos" e impartió la conferencia que tenía comprometida con el Centro Pablo. Estas son las palabras que Xavi dijo, además de las que se ajustaban a mi charla sobre "Fotografiar música".
Gracias por todo, Xavi. eres un gran amigo.

En primer lugar quiero agradecer al Centro Pablo de la Torriente Brau y muy especialmente a su Director Víctor Casaus por esta invitación. De la labor de Víctor Casaus en Cuba poco puedo decir porque ustedes lo saben mejor que yo. Pero sí puedo hablarles del trabajo de Víctor fuera de aquí, llevando la cultura cubana por el mundo con orgullo y eficiencia. Sepan que tienen en Víctor un embajador respetado y querido y un ejemplo de dignidad y esfuerzo. Quiero decirles también a todos ustedes, pero en especial a este maravilloso equipo que forma el Centro Pablo de la Torriente Brau que su esfuerzo no cae en saco roto, al contrario germina en esta red invisible de complicidades que con trabajo y esfuerzo se van tejiendo poco a poco.

En segundo lugar, y porque así me lo ha pedido Juan Miguel Morales, un recuerdo para su madre a quien está dedicada la exposición Caminos que se inaugurará esta tarde y que falleció la semana pasada.

Maru López Montoya fue una mujer anónima, pequeña pero al mismo tiempo fue una enorme mujer de clase humilde que enviudó muy joven pero supo sacar adelante a sus hijos con su trabajo. Fue una de esas mujeres de la canción de Silvio Rodríguez, mujeres que estremecen, mujeres de fuego y de nieve. Para ella nuestro recuerdo.

Y vamos al tema. Yo ya admiraba a Juan Miguel Morales mucho antes de conocerlo personalmente. Admiraba las portadas de sus discos y sus publicaciones. Cuando lo conocí personalmente la admiración de convirtió en devoción porque Juan Miguel como persona es todavía más grande —si cabe— que como fotógrafo. Pero Juan Miguel Morales no es sólo fotógrafo: es radiólogo. Y digo eso porque Juan Miguel fotografía el interior de las personas. Puede parecer un tópico pero cuando obtura el disparador de su cámara, su mirada no está en lo físico, si no en lo que los místicos llamarían “el aura” o los cristianos “el alma”.Fotografiar el alma no es fácil.

Su fotografía es tan gráfica que podría decirse que mirando al personaje uno ya sabe qué y canta cómo canta. Si esa noche ha cenado bien o si tiene deudas. Un gran trovador catalán —Quico Pi de la Serra— dice a propósito de Juan Miguel que cuando tiene una sesión con él le da miedo de desnudarse hasta tal punto que la gente sepa si acaba de hacer el amor o si tenía necesidad de ir al lavabo.

Esta tarde a las tres inauguramos su exposición Caminos y creo que entonces me van a entender. Ahora como adelanto les ofrecemos un sencillo audiovisual con las fotos que tendrán la oportunidad de ver esta tarde.

Dijo el gran trovador Joaquín Sabina que “una buena canción es una buena letra, una buena música, una buena interpretación y algo más que nadie sabe lo que es pero es lo que diferencia una mala de una buena canción”. Parafraseando al maestro podríamos decir que una buena fotografía es un buen enfoque, un buen encuadre, una buena iluminación y algo más que nadie sabe lo que es pero es lo que diferencia una mala de una buena fotografía.

Yo creo que “ese algo” es sencillamente el amor. Lo dijo José Martí: “sólo el amor engendra melodías”. Cuando al gran trovador chileno Víctor Jara se le preguntó que porqué hacía canciones de protesta él contestó que sólo hacía canciones de amor: de amor a su pareja, de amor a sus hijas, a sus amigos, a la Patria, a los trabajadores, a los mineros, a la justicia, a la libertad. También nos dijo Teresita Fernández “a las cosas que son feas dales un poco de amor”.

¿Qué quiero decir con todo ello? Bueno… yo de fotografía digital entiendo muy poco pero del entorno digital algo sé y miren: se puede digitalizar una buena letra, se puede digitalizar una buena melodía, se puede digitalizar una buena interpretación, se puede digitalizar un buen enfoque, un buen encuadre, una buena iluminación. Pero al amor no se le puede digitalizar. El amor no cabe ni en una técnica ni en una tecnología. Ese elemento que Sabina “no sabe qué es” debe extraerlo el artista desde el corazón de su corazón. Ningún artilugio clásico o moderno substituirá el amor que el artista no ponga en su obra.

En conclusión, analógico o digital, son dos caminos distintos para un mismo fin: comunicar y emocionar.

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